lunes, 3 de marzo de 2014

AMORES DE C.U.C., el prostibulo de Occidente que montó el gran Fidel. por Alejandro Rodríguez






Tengo un vecino que le llaman Caradura y es primo de Pepe El Cojo que en Cuba fue comunista. Mi vecino es divorciado de una mujer dedicada a su trabajo, enamorada del novio que conoció cuando el desaparecía en viajes de regreso a Cuba con excusas de familia y sin prestarle atención; pero el cuento que les traigo no habla de la mujer, habla de Caradura, de sus amores en Cuba, de sus viajes de regreso, de su necesidad de sexo con chicas tan nuevas que mas bien parecen nietas.

Mi vecino vive de un cheque que recibe del gobierno por problemas de salud, cuentan las malas lenguas que viven alrededor, que se lo dan por que tiene la cara tan dura que no puede trabajar. Yo no lo pongo en duda, creo que Caradura tiene también problemas grabados en la memoria de cuando fue niño, en una de sus pachangas en la que se paso de ron, escuche que le contaba a su primo Pepe el Cojo como a los 16 años fue abusado sexualmente por un comunista disfrazado de maestro que se parecía al segundo Dictador.

Mi vecino es un don Juan, se pasa viajando a Cuba los día 3 de cada mes en busca de amores nuevos que cambia por C.U.C. Les contaré que en el décimo viaje se enamoró de una chica que lo volvió medio loco con promesas de ser fiel por el resto de su vida. Mi vecino le contó que en Miami el era rico, que tenia dos cadenas de oro 14 kilates, un carro que era casi nuevo con GPS y radio satelital, le prometió que ella seria reina de un carnaval de mentiras, que nunca trabajaría.








Cuando regresó a Miami lleno un montón de papeles para una visa de novios con fines de matrimonio, en el nuevo argot de Cuba contaba de sus proezas, de como logró " desmayar" a la chamaca, que ella estaba "escapá", de como la "traía "muerta", de cómo "se le fue la guagua" cuando lo conoció. Asi siguieron los viajes donde creció el amor con ahorros de hambre de una comida al día, pero con maletas llenas de baratijas que llevaba a sus regresos como regalos para impresionar los suegros que lo veían como un nuevo tipo de Santa Claus caribeño.

Un día me sorprendió la noticia de llegada de la nueva esposa que tenia 18 abriles y venia enamorada en un vuelo desde Cuba a las 10 de la mañana, me invitaron a la fiesta para que la conociera, Caradura me explicó que estaba prohibido hablar de edad, por que la diferencia de 40 años de la que muchos hablaban a él no le preocupaba por que se sentía joven.

Como a las 6 de la tarde comenzó a llegar la gente, la muchacha era tan joven que pensé que era mi hija, esto me causo un enojo y unas ganas de violencia que contuvieron vecinos diciendo que era legal, yo decidí retirarme, pero cuando iba saliendo apareció un primo de la recién llegada que Caradura no conocía, la saludó con un lenguaje de Cuba que yo no tenia idea se hablaba en estos momentos, le dió un abrazo efusivo que daba mucho que hablar y para contarse chimes de familia, le pidió permiso al esposo para salir con su esposa al súper que esta en la esquina a comprar una cerveza. Parece que la chica es de numerosa familia, por que el chisme era tan grande que ya nunca regresó.








Esto lo escribo una semana después, Caradura se lamenta de que quizás la raptaron, que el papel que recibió mandado por un fiscal con reclamo de divorcio lo inventaron dos balseros que quieren burlarse de él, no acaba de comprender que sus dotes de Don Juan no compiten con el joven que tiene nombre que comienza con Y griega, y fue a la escuela de la vida junto a la chica que le juró ser fiel.

Caradura esta planeando otro viaje, con su primo Pepe el Cojo que le prometió presentarle a otra " jevita" que tiene 17 primaveras y esta buscando quien la quiera a cambio de C.U.C. Yo no le hablo a Caradura, siento por él un desprecio difícil de poner en letras, esto lo escribo como denuncia contra todos los Caradura que viven en el exilio.

Alejandro Rodríguez exiliado cubano



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